ACOMPAÑAR AL DOLOR DESDE EL AMOR

>ACOMPAÑAR AL DOLOR DESDE EL AMOR <p>ACOMPA&Ntilde;AR EN LA FAMILIA</p> <p>El 21 de Mayo la Iglesia celebra la Pascua del Enfermo. Con ese motivo, y para reflexionar acerca de una realidad en la que no nos detenemos mucho, en la parroquia de las Angustias hemos invitado a unos encuentros para reflexionar acerca del acompa&ntilde;amiento del enfermo.</p> <p>El primero de los encuentros, una mesa redonda, ten&iacute;a por t&iacute;tulo &quot;Acompa&ntilde;ar desde la familia&quot;. Nos acompa&ntilde;aron Jos&eacute; Serrano, delegado diocesano de Pastoral de la Salud, Inmaculada Lorenzo, nefr&oacute;loga del hospital general y profesora de la UCLM, e Inmaculada Tortosa, trabajadora de la residencia de ancianos N&uacute;&ntilde;ez de Balboa.</p> <p>Fueron muchos los aspectos que se trataron, todos ellos relacionados con el binomio enfermo-familia y con una realidad de fondo: afrontamos un cambio en la pir&aacute;mide generacional, la vida se alarga, haciendo lo posible porque &eacute;sta sea de calidad. A ello se unen cambios sociales, que desde hace a&ntilde;os se vienen produciendo, y que hacen que hayan cambiado los h&aacute;bitos familiares y por tanto las relaciones entre los miembros de la familia.</p> <p>Sin embargo sigue siendo muy necesaria la presencia de los familiares en los momentos de enfermedad y/o soledad en la ancianidad por un motivo central, entre otros que tambi&eacute;n que se hablaron, la familia es algo central en nuestra vida. En ella vivimos desde que nacemos y es ella, ante la &quot;desprotecci&oacute;n&quot; y debilidad que supone la enfermedad y la soledad, la que con su cari&ntilde;o y apoyo nos da la &quot;seguridad&quot; que necesitamos. Y esto es as&iacute; incluso en los casos de alzheimer. Y desde el otro lado hay una contrapartida, porque como ocurre en muchos casos de prestaci&oacute;n de ayuda, el cuidado de aquellos m&aacute;s d&eacute;biles saca lo mejor de nosotros mismos, porque somos capaces de renunciar y darnos, sabiendo que no vamos a recibir nada a cambio.</p> <p>Tenemos la responsabilidad, y por encima de ello el amor que hemos recibido, de acompa&ntilde;ar al m&eacute;dico (porque hay muchas personas que no se hacen conscientes del tratamiento que han de tomar o no dan toda la informaci&oacute;n que el especialista necesita conocer), de dar la tranquilidad de saberse con alguien al lado en un hospital, de facilitar lo necesario en una residencia...</p> <p>Pero esa responsabilidad va unida a una mirada de misericordia para con nosotros mismos, que debe unir la necesidad del familiar con el resto de nuestra vida. Sabemos que hay residencias donde se pone esmero en dar un buen trato, pero eso no limita la capacidad que tenemos de seguir dando cari&ntilde;o y cuidados, ni elimina la necesidad del otro de su familiar.</p> <p>Si bien la familia es lo m&aacute;s cercano al enfermo, somos sociedad y somos cristianos, y como tal hemos de afrontar algunos retos de los que tenemos que hacernos conscientes: tenemos la obligaci&oacute;n de velar por el don de la vida y recordar dentro de las parroquias que los enfermos son nuestros &quot;hermanos enfermos&quot;. Y es precisamente desde nuestro ser parroquia desde d&oacute;nde podemos aportar un &quot;acompa&ntilde;amiento vocacionado&quot; a las personas que est&aacute;n en sus casas: sinti&eacute;ndonos llamados por Dios y enviados por la Iglesia, haciendo una escucha atenta d&oacute;nde el otro, y s&oacute;lo el otro, es el centro del encuentro, olvid&aacute;ndonos del reloj.</p> <p>As&iacute; hacemos &ldquo;misi&oacute;n&rdquo;, as&iacute; nos hacemos portadores de un amor que antes hemos recibido, as&iacute; hablamos de c&oacute;mo es la Iglesia. Podemos evangelizar en cualquier lugar, porque en cada paso del camino existe una necesidad de amor, de ternura, de esperanza. Qui&eacute;n act&uacute;a de manera diferente al resto se sabe que es &ldquo;diferente&rdquo; al resto, porque nos mueve la fe y en ella encontramos la paz y la alegr&iacute;a que podemos aportar. Y si no tenemos el tiempo o la capacidad de abrir nuestro coraz&oacute;n de esta manera, informemos de la existencia de los grupos de Pastoral de la Salud, y de la presencia, tan importante, de los capellanes en los hospitales. No neguemos la posibilidad de recibir los Sacramentos, informemos de lo conocemos para dar la posibilidad de que alguien se llene de paz y serenidad,</p> <p>Gracias a todos los miembros de los equipos de Pastoral de la Salud que hac&eacute;is posible una realidad mucho m&aacute;s importante de la que pens&aacute;is, gracias por hacer presente a Cristo Vivo en los Sacramentos y en la mano tendida, gracias por fortalecer al d&eacute;bil y ser testimonio de aquello que llev&aacute;is dentro. Gracias por vuestro compromiso y por vuestro &ldquo;buen hacer&rdquo;.</p> <p>&nbsp;</p> <p>&nbsp;</p> <p>ACOMPA&Ntilde;AR DESDE LA HUMILDAD</p> <p>&nbsp;</p> <p>Dentro de los encuentros realizados con motivo de la Pascua del Enfermo, el pasado viernes 19 particip&aacute;bamos en un forum, que cont&oacute; con la presencia del padre Juli&aacute;n D&iacute;az, sacerdote pa&uacute;l, y sor M&ordf; del Carmen Briones, hermana de la caridad. Fueron ellos los que nos adentraron en la figura de S.Vicente de Pa&uacute;l, cuyo carisma conforma su vida y la hace entrega a los dem&aacute;s desde distintos &aacute;mbitos, y que durante este a&ntilde;o celebra 400 a&ntilde;os de presencia en el mundo.</p> <p>&nbsp;</p> <p>El esp&iacute;ritu de S. Vicente puede resumirse como el trabajo por &ldquo;un mundo sin dolor&rdquo;, ya provenga &eacute;ste de la necesidad en la enfermedad, de la necesidad de recursos b&aacute;sicos para vivir&hellip; A &eacute;l acudieron trece damas de la alta sociedad para pedirle ayuda, conmovidas por el sufrimiento de la gente. De esta forma nace la primera organizaci&oacute;n de la caridad (llegando todos los necesitados a una casa distinta cada d&iacute;a para poder comer, y con un detalle &ldquo;dejando los &uacute;ltimos a aquellos que sab&iacute;an no ten&iacute;an compa&ntilde;&iacute;a, porque de esta forma pod&iacute;an estar con ellos, hablar con ellos&hellip;).</p> <p>&nbsp;</p> <p>En un aspecto se insisti&oacute;: somos llamados a estar pendientes de nuestros hermanos que lo pasan mal. Y en esa llamada somos instados a conmovernos. Porque qui&eacute;n no se conmueve se convierte en una persona que hace las cosas de manera rutinaria, sin importarle la persona que tiene delante.</p> <p>Y este amor al pr&oacute;jimo vive en la ense&ntilde;anza de S.Vicente de Pa&uacute;l, de igual manera que su deseo de acercar a todos a Dios: &ldquo;No me basta con amar a Dios si no lo ama mi pr&oacute;jimo&rdquo;. Este ser&aacute; un principio de las organizaciones ba&ntilde;adas por su carisma: desde el servicio corporal llegar al servicio espiritual.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Claro ejemplo de todo ello vive en el texto del buen samaritano: &ldquo;lo vio&rdquo;, &ldquo;se conmovi&oacute;&rdquo;, &ldquo;se acerc&oacute;&rdquo;, &ldquo;le vend&oacute; las heridas&rdquo;, &ldquo;le llev&oacute; a una posada&rdquo;, &ldquo;cuid&oacute; de &eacute;l&rdquo;. Y cuid&oacute; de manera afectiva y efectiva. Por ello hay que estar atentos a la realidad y con disposici&oacute;n de flexibilizar nuestros esquemas para adaptarnos a hacer los cambios necesarios.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Todos somos llamados a esta ayuda personal y espiritual, por ello no temamos hablar de Dios expl&iacute;citamente. El testimonio de acci&oacute;n interroga, y esto se mostr&oacute; a trav&eacute;s de una carta muy emotiva. El texto, de un preso enfermo, pr&oacute;ximo a la muerte, mostraba como le hab&iacute;a emocionado el trato de las hermanas con &eacute;l y con su familia.</p> <p>&nbsp;</p> <p>&ldquo;Entremos en el esp&iacute;ritu de Jesucristo para entrar en sus acciones, no basta con hacer el bien, hay que hacerlo bien&rdquo;.</p> <p>&nbsp;</p> <p>&nbsp;</p> <p>ACOMPA&Ntilde;AR DESDE LOS SACRAMENTOS</p> <p>&nbsp;</p> <p>La enfermedad, y con ella el dolor y el sufrimiento, limitan muchas veces nuestras capacidades, encerr&aacute;ndonos dentro de nosotros mismos, sin ver m&aacute;s all&aacute;, sin guardar lugar para la esperanza.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Ante esta realidad, la Iglesia cree y confiesa que existe un Sacramento, instituido por Cristo destinado a reconfortar en la enfermedad: la Unci&oacute;n de Enfermos. Esta es la forma en la que Cristo, m&eacute;dico del cuerpo y del alma, da la gracia necesaria para afrontar esos dif&iacute;ciles momentos. Y esto fue lo que vivimos en nuestra parroquia el pasado domingo, una celebraci&oacute;n en la que casi 100 personas de la comunidad participaron del Sacramento.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Fue una Eucarist&iacute;a llena de sentimientos y emociones. La homil&iacute;a de nuestro p&aacute;rroco nos hac&iacute;a meditar sobre aspectos muy importantes, como que el enfermo debe ser objeto de nuestra estima, testigo de nuestra misericordia lugar privilegiado de encuentro con Jesucristo. Convirti&eacute;ndose la Iglesia, cada parroquia, en lugar donde se vive la acogida, la ternura, el amor&hellip; hacia los m&aacute;s d&eacute;biles, hacia los pobres y enfermos.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Una acogida que proviene de una mirada, que como recordaba J. Joaqu&iacute;n, debe tener su ejemplo en la mirada de nuestro Se&ntilde;or. &Eacute;l se conmueve ante el dolor, ante la enfermedad&hellip; &Eacute;l es siempre fuente de curaci&oacute;n y de vida. Por eso nos invitaba a acoger y cuidar, a acompa&ntilde;ar y consolar. Curar con nuestras palabras y con nuestra ternura. Ser cauce de la misericordia de Dios para cada persona. Es as&iacute; como podemos convertirnos en &aacute;ngeles de Dios para los que nos necesitan.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Una homil&iacute;a muy bonita que terminaba dando las gracias a todos los integrantes de la Pastoral de la Salud, a todos los enfermos y personas mayores de la parroquia &ldquo;porque por vuestro modo de vivir sois para todos nosotros testigos vivos del Evangelio&rdquo;.</p> <p>&nbsp;</p> <p>&ldquo;Que la Virgen Mar&iacute;a, nuestra Se&ntilde;ora de las Angustias, mujer fuerte ante la cruz nos acompa&ntilde;e siempre en nuestras luchas y sea para nosotros consuelo y fuente de esperanza&rdquo;.</p>