Accede a otro tipo de información.
Entre lavadora y lavadora, recogiendo el equipaje, ahí está la pañoleta arrugada, fiel compañera en estos días de camino. Cada uno de esos pliegues rememoran las experiencias vividas entre nosotros o con las acogedoras gentes de Galicia.
"Un trocito del Reino ha sido hecho realidad entre nosotros" -afirmaba una peregrina. Lazos de faternidad y admiración mútua se han tejido entre jóvenes, niños, familias, mayores. ¡Hoy somos más comunidad!
Y como no se puede esconder la luz debajo del celemín, esa alegría ha irradiado por donde pasabamos: Teresa catequista de Santa Eulalia de Mos, peregrinas anónimas que lloraban de felicidad, los entre sorprendidos y entusiasmados huéspedes del albergue de Poio que compartieron nuestras fiestas y se fotografiaron con nosotros como estrellas de cine, la sacristana de la iglesia de San Cayetano, ese señor de Burgos que nos encontramos en el santuario de la Virgen de la Barca y al día siguiente en la alameda de Santiago, la señora que pasaba la bandeja en la catedral, las personas que hacían cola para contemplar el Pórtico de la Gloria y se preguntaban quiénes eran esos de las pañoletas naranjas, esa entrada apoteósica cantando por las calles de la ciudad... Yo creo que hasta se emocionó un poco el responsable de orden de la catedral, aunque por exigencias de su papel no lo pudo demostrar.
Andar el camino siempre produce frutos: "Bienaventurado eres peregrino, porque has descubierto que el auténtico camino comienza cuando se acaba"-así concluia nuestro libro de oración. En la ruta hacia ese "campo de estrellas" estoy seguro de que hemos recogido en nuestras canicas algún destello que, como flechas amarillas, nos iluminará en el camino de nuestras vidas.
Muchas gracias a todos, peregrinos, por dejaros llevar en este camino hacia el apóstol que ha hecho posible el Reino entre nosotros.
Un abrazo hermanos.